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MANUEL BELGRANO Y LA CONFORMACIÓN POLÍTICO-INSTITUCIONAL DE LA NACIÓN

 

Por ARMANDO MARIO MÁRQUEZ

Otro mes de Junio nos ha dejado, y, seguramente, durante su transcurso el nombre y la obra de don Manuel Belgrano habrá ocupado espacios, aulas, tribunas y estrados, pero una figura tan grande siempre deja un espacio para algo más y, desde esta página, quiero ocuparme de manera especial, aunque prieta, de lo anunciado en el titulado, situándome para ello en los primeros -y difíciles- momentos de nuestra Historia Patria.

Nacido en la ciudad de Buenos Aires el 3 de junio de 1870, cursó sus estudios iniciales y medios en el Real Colegio de San Carlos, para luego ser embarcado a la península ibérica junto a su hermano con el fin de iniciar estudios superiores, ciclo este cumplido en las prestigiosas Universidades de Salamanca y Valladolid, casas donde obtuvo los conocimientos en Leyes, en Derecho, en Economía, en Teología y en Idiomas.

Con ese importante bagaje de conocimientos regresó a su terruño en 1794, para asumir el Secretariado Perpetuo del recién creado Consulado de Buenos Aires, saberes e ideas que aplicó en el cargo, en favor -muy especialmente-, del Libre Comercio, la Economía y la Educación, escalón con el que inició su larga carrera al servicio de la Patria.

Las invasiones inglesas de 1806 y 1807 lo vieron participar activamente egresando de ellas como Sargento Mayor de la Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Ayres, cuerpo militar emblemático de la lid.

Tampoco fue ajeno a los sucesos de mayo de 1810 en la ciudad del puerto teniendo actuación decisiva dentro de las filas del sector criollo a resultas de lo cual formó parte como Vocal de la Primera Junta de Gobierno Patrio.

Ante la negativa de la Intendencia Gobernación del Paraguay a reconocer a la Junta Gubernativa porteña es puesto al frente de la expedición político militar tendiente a obtener el cambio de postura de esa unidad política del Virreynato.

En su curso hacia el noreste territorial funda las ciudades de Mandisoví (hoy Federación) en Entre Ríos y de Curuzú Cuatiá en Corrientes, para, el 30 de diciembre de 1810, quitando horas a su descanso, en plena campaña, en su puesto de mando del campamento militar dicta el llamado “Reglamento de Misiones” o “de los Treinta Pueblos”, considerado el primer esbozo constitucional patrio, instrumento de aún vigencia, toda vez que los convencionales constituyentes de la provincia de Misiones decidieron que sea parte integrante de Ley Mayor de ese estado.

De regreso a esa misión es destinado, sucesivamente, al frente, primero del Regimiento de Patricios y, luego, del Ejército del Norte.

Tras ese paso por la vida militar es encomendada su misión diplomática al continente europeo, adverso a nuestras ideas independentistas, de vuelta de la cual elabora su “Proyecto de Constitución para el Reino Unido del Río de la Plata, Perú y Chile” .

Una vez más es puesto al frente del Ejército del Norte, por consejo de José de San Martín, quien lo elogiaba en estos términos: “yo me decido por Belgrano, es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural”

De paso a hacerse cargo de ese destino militar pasa por el Congreso de Tucumán, en cuya sesión secreta del 6 de julio de 1816 expone su propuesta político-institucional e insta a la pronta declaración de nuestra Independencia Nacional; tal fue lo decisivo de su participación que días después se logra ese anhelado objetivo, en el que comulgaban de manera ferviente los dos hombres más destacados de nuestra Historia: San Martín y Belgrano, quienes, sin participar del cónclave, fueron determinantes en su resultado.

Su vida se apaga el 20 de junio de 1820 en su ciudad natal, en la mayor austeridad y pobreza, ¡siendo sus últimas palabras una síntesis de su inquebrantable amor por la causa nacional, que lo ocupó hasta en su momento final:“Ay Patria mía!”.

NUESTRA CONSTITUCIÓN NACIONAL TIENE SU DÍA

 

Por ARMANDO MARIO MÁRQUEZ

En los primeros días de 2003, la Asociación Argentina de Derecho Constitucional -de la que formo parte- se presentó ante las autoridades del Congreso Nacional proponiendo que nuestra Ley Mayor tuviera su día de recuerdo y conmemoración.

La sugerencia completa impetraba que sea considerado como tal el 1 de mayo, en razón que fuera en tal oportunidad, en el año 1853, que los Convencionales Constituyentes reunidos en la ciudad de Santa Fe de la Veracruz nos dieran el texto de nuestra Ley Primordial.

Nuestro Poder Legislativo fue permeable a tal propuesta, siendo así que el 4 de diciembre de 2003 con sanción de la ley 25.863 así lo dispuso: “Declárase el 1° de mayo como Día de la Constitución Nacional, en conmemoración de su sanción el 1° de mayo de 1853 en la ciudad de Santa Fe” (promulgada el 8 de enero de 2004, BO # 30318 del 15 de enero de 2004), enunciado que es repetido en el artículo primero.

La referida norma se completa con su artículo segundo, el que establece que “el Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología de la Nación, en coincidencia con las autoridades educativas de las distintas jurisdicciones y en el ámbito del Consejo Federal de Cultura y Educación, acordarán la inclusión de jornadas alusivas al día nacional instituido por el artículo anterior en los respectivos calendarios escolares y académicos de los niveles medio y superior. El objetivo de estas Jornadas será el de reflexionar sobre los significados, importancia y efectividad de los postulados normativos de nuestra Constitución, particularmente, los derechos y garantías de los habitantes y la observancia de los valores democráticos”.

Acudiendo a nuestro pasado nacional digamos que la Convención Constituyente ahí reunida fue la consecuencia directa de aquel lo acordado por los gobernadores provinciales en la ciudad bonaerense de San Nicolás de los Arroyos a fines de mayo de 1852.

El cónclave tuvo inicio el 21 de noviembre de ese mismo año en la ciudad capital santafesina, tras solemne misa en su iglesia Catedral, oportunidad en la que se nominó la Comisión de Negocios Constitucionales, encargada de redacción del proyecto.

Tras meses de sesión éste fue concluido y puesto a disposición del pleno el 18 de abril de 1853, acordándose iniciar su consideración y tratamiento el 20 de ese mismo mes y año.

Luego de intensas jornadas de debate, y como ya lo adelantáramos, los representantes acordaron y sancionaron su texto definitivo el 1 de mayo de 1853.

Su letra final fue promulgada por el Poder Ejecutivo el 25 de mayo de 1853 y ordenado -y cumplido- su juramento en el territorio nacional el 9 de julio del mismo año, honrándose así a fechas tan caras a nuestra Historia.

No estaría completa esta recordación sino mencionara que el Estado de Buenos Aires no participó de lo relatado, y, a partir de ello, entró en “estado de secesión” con respecto a la Confederación, llegando incluso a darse su propia constitución en abril de 1854.

Felizmente el Pacto de San José de Flores de noviembre de 1859 puso fin a ello y, con el dictado de reforma constitucional de septiembre de 1860, de la que los bonaerenses formaron parte, todos los argentinos quedamos al amparo de una única Constitución Nacional.

Honremos con su recuerdo a nuestra Constitución Nacional y, por sobre todo, cumpliéndola, única manera de vida y convivencia democrática.

PRIMERAS PUBLICACIONES PERIÓDICAS EN SUELO PATRIO

 

Por ARMANDO MARIO MÁRQUEZ

 

A partir de comienzos del siglo XIX, se dio una incipiente actividad periodística en nuestro territorio nacional, por ese entonces parte integrante del Virreinato del Río de la Plata, con la aparición de algunas publicaciones de edición periódica.

Es mi intención, desde estas páginas, de hacer una mención de éstas, con un somero comentario a guisa de presentación y descripción. Allá vamos.

 

Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata

 

El día primero de abril de 1801 hacía su aparición en la ciudad de Buenos Aires, el periódico del subtitulado, medio periodístico que fuera fundado por el militar y periodista español Francisco Antonio Evaristo Cabello y Mesa, quien ya había incursionado en la puesta en marcha de publicaciones de la misma naturaleza en otras capitales de la América del Sur, extendiéndose su presencia regular hasta el día 17 del mes de octubre de 1802, cuando el virrey Joaquín del Pino y Rozas dispusiera su clausura.

 

Así, completó una colección de 110 ejemplares, con suplementos y ediciones extraordinarias, recopilada en cinco tomos, uno por cada trimestre de su existencia.

En sus primeros tiempos llegaba a los vecinos porteños solamente los días miércoles y sábados en una primera versión de ocho páginas, para luego limitarse a una única edición semanal -la de los días domingo- con un formato de ocho páginas, para, ya en su tramo final, hacer su aparición semanal en dos ocasiones: la de los días viernes con una presentación de doce páginas y la otra de solamente cuatro páginas los días domingo, además de los ya nombrados suplementos y números extraordinarios que acompañaban.

 

Se solventaba con los exiguos fondos recaudados de los anunciantes de la época.

Su mentor fue don Manuel Belgrano, a la sazón Secretario Perpetuo del Consulado de Comercio de Buenos Aires desde junio del año 1794, quien, además de instar a su fundador en la empresa, logró la necesaria autorización del virrey Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro.

 

Desde sus páginas nuestro prócer y otros destacados hombres públicos de la época expresaron y difundieron su pensamiento, a lo que también debe agregarse que Manuel Belgrano hizo uso de ese vehículo de comunicación para dar a conocer la prolífica labor desarrollada desde el Consulado porteño a su cargo.

 

El Semanario de Agricultura, Industria y Comercio

 

Hizo su aparición en la ciudad del Puerto el 1º de septiembre de 1802 hasta el 25 de junio de 1806 ante la primera invasión inglesa a Buenos Aires, para reaparecer el 24 de septiembre de 1806, en esta oportunidad hasta el 11 de febrero de 1807, previo al segundo acometimiento británico.

 

Fue fundado por el economista Juan Hipólito Vieytes, aleccionado, igualmente en este caso, por Manuel Belgrano, quien iterara su apoyo ante el virrey, obteniendo su consecuente autorización.

Se editaba solamente los miércoles, contaba con un espacio de Educación y de Artes y, como en el caso del anterior, se solventaba con el aporte de los anunciantes.

 

Acá también habremos de hallar escritos de los principales hombres de la época y noticias oficiales y particulares, en el caso de su fundador notas firmadas como Julián Topio -haciendo jugar las letras de sus dos primeros nombres-.

 

El Correo de Comercio

 

Fundado y dirigido por Manuel Belgrano en la ciudad de Buenos Aires, quien obtuviera el pertinente permiso del virrey  Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre, con quien colaborara Juan Hipólito Vieytes.

Si bien se publica y llega a los porteños a partir del 3 de marzo de 1810, existió un  “prospecto” previo que lo precedió, lo que generó la  autorización de circulación suscripta por aquél el 24 de enero de 1810.

 

Su presencia se extendió hasta el 6 de abril de 1811, con una edición semanal de los sábados.

 

Sus siete primeras entregas lo hicieron bajo el nombre del subtitulado y, a partir del octavo ejemplar del 21 de abril de 1810, se le agregó la aclaración “de Buenos Aires”, tal como luciera -con tipografía menor- en la segunda línea de su portada.

 

Muchos autores coinciden en señalar que fue una continuación del “Semanario” citado en el acápite inmediato anterior.

 

Fue contemporáneo a los sucesos ocurridos en el mes de mayo de 1810 en la ciudad del puerto -y el rico proceso previo-, erigiéndose en eficaz portavoz del bando criollo y de la labor de la Primera Junta de Gobierno Patrio en tal ocasión instaurada.

 

Su sostén fueron los anunciantes allegados al citado bando patrio.

 

La Gazeta de Buenos Aires

 

Bajo el lema "Tiempos de rara felicidad son aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo" -frase tomada del historiador romano Cornelio Tácito-, vio la luz el 7 de junio de 1810, con el objeto de publicitar los actos del gobierno de la Primera Junta.

 

Siendo encargada su publicación por el órgano de gobierno a su vocal el sacerdote Manuel Alberti, con la influyente y decisiva participación de Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.

 

A diferencia de los indicados “ut supra”, hizo su aparición, bajo la dirección de un gobierno autónomo y propio, que lo sostuviera económicamente de manera principal.

 

Por ello, la fecha de su creación es conmemorada para celebrar el Día del Periodista.

 

También, a diferencia de sus predecesores, fue el que más se extendió en el tiempo ya que su último número data el 12 de septiembre de 1821 por decisión de Bernardino Rivadavia.

Consultas

 

Las colecciones de los referidos medios periodísticos pueden consultarse, bajo muy estrictas medidas de seguridad -como debe ser dado su valor histórico e imposibilidad de reposición- en la sede de nuestra Biblioteca Nacional. (cfr. “Reglamento para la consulta de diarios y periódicos de la Biblioteca Nacional, del 20 de octubre de 1944 del Ministerio del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública”).

 

El someramente descripto en los renglones que anteceden fue el puntapié inicial del periodismo nacional en su larga y fructífera trayectoria.

LA GENERACION DEL OCHENTA

 

Por ARMANDO MARIO MARQUEZ

 

En el número inmediato anterior de nuestra "Y Considerando..." me ocupaba de presentar a la llamada "Generación del '37", en este ejemplar me voy a ocupar de hacerlo con la nombrada en el titulado, heredera del pensamiento originario de aquélla.

Con tal denominación nuestra Historia Nacional se refiere al grupo de personas que concentró el poder y ejerció el gobierno durante más de tres décadas, en el periodo comprendido entre la primera presidencia de Julio Argentino Roca (1880-1886) y la de Victorino de la Plaza (1914-1916), abarcando, también, entonces, los mandatos  de  Miguel Juárez Celman (1886-1890), Carlos Pellegrini (1890-1892), Luis Sáenz Peña (1892-1895), José Evaristo Uriburu (1895-1898), Julio Argentino Roca (1898-1904), Manuel Quintana (1904-1906), José Figueroa Alcorta (1906-1910) y Roque Sáenz Peña (1910-1914), presidentes estos partícipes de sus postulados, cortándose con el acceso de Hipólito Yrigoyen a su primera gestión, la del año 1916-1922.

Ese mismo Presidente Roca, cuyo mandato inicia el ciclo de preeminencia del agrupamiento, es, precisamente, quien se ha convertido en la figura más destacada y tomada unánimemente como el máximo referente de la Generación del `801.

Es por ello que a sus integrantes se los ubica en el momento de nuestra vida institucional identificado como el de la “República Conservadora”, etapa que  se viera iniciada con la llamada “década liberal”, la que se extendiera de 1880 a 1890.

En esos casi cuatro decenios en los que manejaron las riendas de nuestro país, tuvieron en sus manos el real ejercicio del poder, más allá de lo formal -que también les fue propio-, toda vez que a este variopinto agrupamiento de personas que lo conformaban los advertimos en cargos y puestos decisivos en los campos de la política, la economía, lo militar, la cultura, la educación, el derecho y el periodismo2, por citar los de mayor resalto.

Sería, entonces, un verdadero error encorsetarlos política o económicamente, toda vez que su poder se extendía y ocupaba otros aspectos de nuestra vida nacional.

 

Sus integrantes, representantes de las más diversas actividades, tenían -eso sí- un tronco común, cual el de ser pertenecientes referenciales de la llamada "burguesía terrateniente", y diseñaron un modelo de país agro-exportador, a la vez que llevaron a la práctica un proyecto de carácter europeizante3, integrando, en definitiva, una clase dirigente arrogante y, hasta, a veces, desfachatada, de corte netamente positivista, que se encolumnaron en el lema de las que eran sus dos ideas fuerza: el Orden y el Progreso.

Trasmitieron a la vida pública un optimismo basado en el convencimiento de que los años de bonanza esperaban en el futuro a nuestro país, obviamente bajo la dirección de  los preceptos regentes precedentemente señalados, los que iban de la mano de la modernización por la que bregaban.

 

Sus ideas políticas y económicas se basaron, respectivamente, en el Conservadorismo y en el Liberalismo.

Es por eso que siempre trato de destacar que no es un dato menor el advertir que una vez instaurado en el poder el gobierno de facto de 1976, comenzó a darse un  para nada disimulado fervor por la Generación del '804, ya que sus postulados económicos y su concepción política, guardaban total identidad con el modelo imperante a finales del siglo XIX en nuestro país.

 

De más está señalar que esos principios decimonónicos de la  Generación del `80 proyectó con su gestión una indudable impronta en toda nuestra vida nacional, a la que no le fue ajena su importante labor legislativa, que dejó también su especial marca en aquellas áreas de la vida nacional -pública y privada- sobre la que extendían su influencia, mayoritariamente bajo la primordial idea de avance y  modernización que el sector pregonaba5.

 

Así, en prieta síntesis,  las salientes características de un sector de poder que durante casi cuatro décadas rigió los destinos de nuestro país.

1-No por ello renegamos de la existencia de otras figuras de resalto dentro del agrupamiento, de entre las que nos permitimos mencionar a Carlos Guido y Spano, Eduardo Wilde, Paul Groussac, José C Paz, Manuel Láinez, Ramón Cárcamo, Joaquín V. González, Lucio V. Mansilla, Miguel Cané, Luis y Roque Sáenz Peña, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, Aristóbulo del Valle, Estanislao Zeballos, entre muchos  otros más.

2-Este no es un dato que deba ser soslayado, porque uno de los más destacados integrantes de la Generación del `80 fue José C. Paz –referente de la familia Gainza Paz-, quien el 18 de octubre de 1869 había fundado el diario “La Prensa”, medio que se erigió en el emblema, símbolo y propalador del grupo.

3-Consideraban que todo lo malo estaba en estas tierras, por lo que se debía observar el buen ejemplo generado en el viejo continente. Su orientación cultural tenía un sesgo prevaleciente en la cultura anglo-francesa.

4-Según su visión, la historia nacional comenzaba con la Generación del 80. Esta era reconocida como una élite “homogénea de dirigentes de primer nivel”; la primera y única que tuvo un plan integral para la nación, recordada por haber logrado la unidad del territorio nacional y dar una definitiva “solución de problemas de frontera”; por haber reemplazado con inmigración europea a los nativos “diezmados por setenta años de guerra” y por la “modernización del Estado y de su brazo armado”; así como por la adopción de una política económica liberal que permitió convertir a Argentina en el granero del mundo ( cfr. documento "Proyecto Nacional", del 25 de mayo de 1977-. Ministerio de Planeamiento de la Nación)

5-Siempre bajo la mirada rectora señalada en nota al pie número 3..

LA GENERACIÓN DEL '37

 

Por ARMANDO MARIO MARQUEZ

 

La nombrada en el titulado estuvo conformada por un grupo de jóvenes nacidos contemporáneamente  con los sucesos acaecidos en mayo de 1810 en la ciudad del puerto, unidos inicialmente por la pasión a la literatura que tuvo una incidencia determinante en el dictado de nuestra Constitución Nacional, la que fuera sancionada el 1 de mayo de 1853 por la Convención Constituyente reunida en Santa Fe de la Vera Cruz y que no solamente le dio el marco político-ideológico a su contenido, sino que también  dejó su impronta en la época.

 

Su génesis la hallamos en el grupo de jóvenes amantes de la Literatura que en la década de 1820 comenzó a reunirse alrededor de la figura de Miguel Cané -quien prestaba su domicilio para ello- por su afinidad con aquella expresión cultural bajo la denominación de Sociedad Literaria de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Esa originaria agrupación, acrecentada en sus integrantes, ya en el año 1937, más precisamente el 23 de junio, pasaron a conformar el llamado Salón Literario, ubicado en los altos de la casa del escritor uruguayo Marcos Sastre en la calle Victoria, hoy Hipólito Yrigoyen de la ciudad de Buenos Aires, ahí nomás del Cabildo, donde adquirieron la organicidad que los hiciera trascender en el tiempo y en las ideas, toda vez que a la estricta discusión y tertulia literaria se le agregaron cuestiones de ciencia, cultura y política, materia ésta que pasó a ser central con el paso de las reuniones.

De aquélla fecha, el nombre con el que trascendiera.

Fue así que poco menos de un año después, ya con la política como centralidad de la congregación, bajo la presidencia de Esteban Etcheverría, se conformó la llamada "Asociación de la Joven Generación Argentina".

Conformaban este agrupamiento, además de Esteban Etcheverría. Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Vicente Fidel López, Pedro de Angelis, Felipe Senillosa, Félix Frías, Carlos Tejedor, José Mármol, Domingo F. Sarmiento, Manuel Quiroga de la Rosa, Marco Avellaneda, Antonio Aberastain, Bartolomé Mitre, Andrés Lamas, Marcos Sastre, Carlos Lamarca, José Barros Pazos, Jacinto Rodríguez Peña, Enrique Lafuente, Benito Carrás, Luis Domínguez, Avelino Ferreyra, Benjamín Villafañe, Juan Thompson, José M. Rivera Indarte y Miguel Cané.

 

MANUEL BELGRANO. Fundador de ciudades

Por Armando Mario Márquez

 

Que don Manuel Belgrano se erige como una egregia figura de nuestra Historia Patria y que su ejemplo se proyecta hasta nuestros días, no abriga dudas de ninguna naturaleza por tratarse de quien dedicó su vida al servicio de la Patria, en un siNúmero de actividades que lo tuvieron por protagonista, mas la faceta que describiré en estas líneas, tal vez sea una de las menos conocida, cual la de fundador de ciudades. Veamos.

 

Tras la instauración en la ciudad de Santa María del Buen Ayre de la Primera Junta de Gobierno Patrio, como consecuencia directa de los sucesos de Mayo de 1810, se puso en conocimiento de los pueblos y ciudades que conformaban el Virreynato del Río de la Plata -por circular del 27 de mayo de 1810- el novedoso acontecer político ocurrido en la ciudad capital.

 

No todos aquellos tuvieron la misma reacción ante el cambio institucional producido, entre ellos la Gobernación Intendencia del Paraguay, cuyo titular -Bernardo Luis de Velazco y Huidobro- y el Cabildo de su cabecera, la localidad de Asunción, no reconocieron al nuevo elenco de gobierno, reafirmando su devoción para con Fernando VII y las lánguidas autoridades que residían en la península ibérica.

 

Ante ese cuadro es que la Primera Junta decide poner a Belgrano al frente de la Expedición Político Militar que debía dirigirse al Paraguay para persuadir y gestionar el anhelado reconocimiento.

 

En su recorrido hacia su destino, al atravesar los territorios de nuestras actuales provincias de Entre Ríos y Corrientes, nuestro prócer estableció las hoy ciudades de Curuzú Cuatiá y Federación, tal como lo expondremos en los renglones que siguen.

 

En 1777, Juan de San Martín -padre del prócer- gobernador de Yapeyú, funda la Posta del Mandisoví (voz del guaraní: planta de flor azul), al noreste de la actual provincia de Entre Ríos, en cercanías del Río Uruguay, para favorecer la comunicación entre el territorio de las misiones y la ciudad del puerto.

 

Curuzú Cuatiá (del guaraní: Cruz de papel), era un poblado rural localizado en el sur de la actual provincia de Corrientes, asentado en su margen este, que contaba con una capilla y una serie de estancias ahí afincadas para la reafirmación de la soberanía territorial virreinal.

Manuel Belgrano en su marcha pasó por ambos poblados y al advertir el valor estratégico de sus ubicaciones y, también, con el objeto de evitar el avance luso-brasileño hacia nuestro territorio, haciendo buen uso de la misión que oportunamente se le encomendara, en su carácter de Vocal de la Primera Junta de Gobierno Patrio, el 16 de noviembre de 1810 dictó a su ayudante de campo, Tte. Ignacio Warnes, sendos decretos por los que fundaba los pueblos -hoy ciudades- de  Nuestra Señora del Pilar de Curuzú Cuatiá y de Mandisoví -ésta actualmente lleva el nombre de Federación-.

No debe restarse riqueza a las normas de referencia y prestar especial atención a las mismas, toda vez que en ellas -iterando lo que luego haría al dictar el Reglamento de las Misiones- no solo acordó su acta fundacional, sino que también fijó los límites territoriales de cada uno de esos poblados, estableció sus organismos y dependencias institucionales, hizo una demarcación de sus lugares públicos y su planta urbana, dio la atribución de sus autoridades políticas, fijando, también, normas de convivencia para sus habitantes e implantando pautas ecológicas y relativas al medio ambiente.

 

Faceta, la descripta, no tan conocida del prócer, pero que la desarrolló con integralidad y solvencia.

Sería incompleto este relato sino señalara que rememorando lo expuesto nuestro Congreso Nacional sancionó el 2 de noviembre de 2016 la ley número 27315 (B.O. # 33510 del 23 de noviembre de 2016), cuyo artículo inicial así dispone: "Declárese como Primer Pueblo Patrio a la ciudad de Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, fundada por el General Manuel Belgrano en nombre de la Primera Junta de Gobierno Patrio el 16 de noviembre de 1810".

 

Que todo ello forme parte de nuestra respetuosa memoria al recordar a uno de nuestros mejores hombres: don Manuel Belgrano.

 

Nota completa en el siguiente link

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